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¿Puede llevarnos la guerra a una recesión o a un escenario de estanflación?

Mar 9, 2022

Redacción Mapfre

Redacción Mapfre

Al comienzo del 2022, los analistas apuntaban que este sería el año de la recuperación: un crecimiento robusto en gran parte del mundo. La economía global, que ya había pasado por el examen del Covid y que miraba ya hacia un futuro más tranquilo, ha recibido un nuevo golpe de realidad (otra vez) inesperado por la invasión rusa sobre Ucrania. Todo el sistema está en alerta porque nadie -ni los expertos en geopolítica- pueden vaticinar los siguientes acontecimientos de la guerra. Las consecuencias más directas para la economía y los mercados no se han hecho esperar: fuertes caídas en las bolsas, incertidumbre añadida y una inflación que se espera aún más alta. Todo esto, lógicamente, seguirá condicionado por la duración del conflicto, lo que podría dar lugar a cuestiones que hasta hace muy poco no estaban sobre la mesa: ¿puede darse una recesión o un escenario de estanflación? y, en segundo lugar, ¿seguirán los bancos centrales con su intención de retirar los estímulos y subir los tipos de interés?

Estas y otras preguntas fueron abordadas en el webinar “Impacto de la Guerra en Ucrania en los Mercados y la Economía”, organizado por MAPFRE, que contó con la participación de Josep Soler, CEO del IEF y miembro de la Junta Directiva de EFPA España, Carlos Capela, Director de Desarrollo de Negocio de Federated Hermes, y Alberto Matellán, economista jefe de MAPFRE Inversión.

Estudios preliminares apuntan que la actividad será una de los mayores damnificadas con el conflicto. Aunque todavía sea demasiado pronto para cuantificar sus efectos, Josep Soler cree que el crecimiento “se reducirá entre 1-2 puntos”, por lo que veremos un escenario de lenta recuperación, al menos, para este año.

Por tanto, la posibilidad de una recesión, aunque todavía lejana, es real. Actualmente, la economía global está viviendo un entorno de “incertidumbre, donde se posponen las decisiones de inversión”, con una “inflación de coste, sobrevenida, que repercute negativamente en la renta disponible y que tiene un mayor impacto sobre Europa”, afirma el experto de MAPFRE Inversión. La situación financiera en Rusia podría además meter más miedo al crecimiento: “La congelación de activos rusos y la expulsión del SWIFT, entre otras medidas, han añadido una dificultad en el sistema el cual nadie se había enfrentado antes”. Con esto, y de alargarse el conflicto, la recesión en el Viejo Continente “no sería descartable”.

Las noticias, en este momento más pesimistas que optimistas, se están trasladando a los mercados y a las decisiones de los grandes bancos centrales. La volatilidad extrema de las últimas sesiones ha evidenciado que no es fácil de manejar el contexto bélico al que nos enfrentamos. Carlos Capela mantiene que las últimas caídas en las bolsas europeas pueden dar “una perspectiva de lo que el conflicto puede suponer”. De hecho, y a su juicio, ya se están viendo ganadores y perdedores: “Parece que los mercados emergentes se están comportando mejor que Europa: tras las sanciones a Rusia, se están beneficiando regiones como LATAM (por la producción agrícola) u Oriente Medio (sector energético)”.

El comportamiento de los selectivos europeos, especialmente el de un sector bancario marcado en rojo (derivado de las sanciones hacia Rusia), está demostrado que esta situación puede llevar incertidumbre también a la política monetaria. Y aquí la Fed y el BCE parecen estar jugando un partido completamente distinto. La Reserva Federal espera un impacto positivo durante la guerra por el incremento de la demanda de sus productos, por lo que la subida de tipos para este año sigue en la hoja de ruta de Jerome Powell. Sin embargo, el organismo presidido por Christine Lagarde tendrá dificultades para, según Alberto Matellán, “tomar decisiones de calado” en tan poco tiempo. “La inflación, al ser puramente externa, no se puede combatir tocando los tipos de interés. Si fuera banquero central, retrasaría cualquier decisión”, sentencia el economista.

La segunda vía de trabajo que comparten los expertos es la herramienta fiscal que tanto ayudó a los países europeos para paliar los efectos más directos del Covid-19 (a través de los fondos Next Generation EU). Precisamente, la propia Unión Europea está considerando una emisión masiva de bonos para financiar futuros gastos en defensa y energía. Aunque, como afirma Carlos, “apenas hay margen de maniobra”, Alberto cree que es una situación excepcional: “Ante una situación de emergencia, tenemos al BCE para aliviar la inflación”.

Lo que está claro es que, si el objetivo reside en limitar el impacto sobre la actividad y evitar que la inflación se descontrole, con los niveles actuales de deuda “contamos con un potencial muy bajo de actuación”. “Si actuamos poco y dejamos que vaya todo a su aire, estas reducciones de crecimiento pueden ser más problemáticas de lo que pensamos”, advierte Josep, que lamenta que hayamos tenido que llegar a esta situación justo “cuando tocaba hacer los deberes” tras la crisis del coronavirus. Ahora bien, posibilidad hay, pero el problema vendría después: qué hacer con la nueva deuda generada.

De las consecuencias más negativas que podemos vivir se pueden extraer aprendizajes. El CEO de IEF cree a este respecto que estamos “reaprendiendo lo que era la inflación, la volatilidad, una situación de guerra fría y un contexto que tendía a la normalidad”. Estos aprendizajes se pueden extrapolar a las decisiones de inversión. Es lógico que el contexto actual pueda asustar a los inversores, especialmente a los menos experimentados, y piensen reorganizar sus carteras hacia posiciones más defensivas. Pero es el momento para los gestores profesionales, que recuerdan que, ante la volatilidad, no es momento de hacer grandes cambios. “Es momento para que el cliente vea si está cómodo cuando vienen tormentas. Y cuando todo esto pase, vea si su cartera se adapta a sus necesidades”, subraya el economista jefe de MAPFRE Inversión, que añade en última instancia la posibilidad del ahorro periódico como forma de suavizar los bandazos que pueda dar el mercado.

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