El mercado empieza a no creerse los faroles de Trump

Redacción Mapfre
Informe mensual elaborado por MAPFRE Inversión
La expresión “ir de farol” se utiliza mucho en los juegos de cartas (especialmente en el mundo del póquer) como una artimaña o jugada con el objetivo de acobardar a los adversarios. Esta expresión tiene su fundamento en una de las acepciones recogidas por la Real Academia Española de la palabra farol: hecho jactancioso que carece de fundamento. No sabemos si D. Trump es jugador de póquer o si conoce el uso de esta expresión pero el mercado ha detectado que sus técnicas de negociación se basan en faroles y que finalmente se echa para atrás en lo que ha sido bautizado como “Taco Trade” (Trump always chicken-out).
Más allá de acrónimos y ruido político, la coyuntura económica sigue cambiando lentamente en la dirección que apuntábamos en el informe del mes anterior fruto de un cambio de engranajes estructural pero cuyos efectos se dejarán sentir poco a poco con el tiempo. En cierta medida, el momento actual podría recordarnos al famoso “Whatever it takes” de Mario Draghi allá por el año 2012 en el que afirmó que haría todo lo posible para salvar al Euro. Aunque en un contexto totalmente diferente, el paralelismo proviene de la falta de credibilidad a corto plazo que se le dio al Presidente del BCE en aquel momento y la tremenda implicación que tuvo en la evolución de los diferentes activos con el paso del tiempo.
En este caso, podríamos estar ante un momento similar pero más peligroso acorde a la reacción reciente de los mercados, que han recuperado todas las pérdidas del mes de abril y que los sitúa cerca o por encima de máximos históricos. Es decir, parece que los inversores no están dando credibilidad al impacto potencial que tendrían en la coyuntura económica y en la cotización de los diferentes activos un mundo multipolar y menos cooperativo. También podemos ver esta situación desde un ángulo positivo puesto que, a mayor competencia, mayores son los incentivos para buscar formas de crecer y mejorar en una suerte de capitalismo perfecto. Un escenario que no descartamos.
Pocos cambios en lo importante
El mes de mayo fue muy positivo para los índices de renta variable, que parecen haber recuperado el optimismo fruto de los “faroles” de D. Trump y de una economía que no marcha tan mal como se empezó a descontar en abril tras el anuncio de aranceles recíprocos a nivel mundial.
Con respecto a la coyuntura económica, el temor a que los datos macro que se habían mantenido fuertes empezaran a reflejar la debilidad que mostraban las encuestas de sentimiento no parece haber ocurrido en mayo. Ya hemos comentado que los cambios tan abruptos tardan en dejarse sentir, pero por ahora lo máximo que podemos observar es la constatación de una ralentización económica en Estados Unidos (aunque lejos de una recesión) y un crecimiento bajo pero estable en el resto de zonas geográficas.
Esto no significa que el mes fuese positivo ni mucho menos en lo que a publicación de referencias macro se refiere, como así refleja que el índice de sorpresas macroeconómicas haya vuelto a entrar en negativo en Estados Unidos, pero se ha debido principalmente a una sorpresa negativa en el sector servicios que no sirvió para compensar un buen dato de empleos creados en Mayo (139.000 Vs 126.000 esperados), y una inflación que cayó una décima hasta el 2,3% impulsada por una rebaja en los precios energéticos.
Sin embargo, si nos fijamos en la tasa subyacente, esta sigue anclada en un nivel cercano al 3% (2,8% para ser exactos) y que parece difícil pueda corregir a la baja acorde a la nueva política arancelaria y una expansión monetaria cuya digestión es lenta. Y este aspecto es quizás el más preocupante dado que una inflación alta no es per se mala si viene acompañada de un crecimiento elevado. Pero dadas las perspectivas del crecimiento, la evolución de la inflación puede suponer un lastre para la renta fija de mayor duración en Estados Unidos.
Esta situación contrasta con la de Europa, donde la inflación parece controlada al situarse muy cerca del objetivo del 2% y con unas perspectivas más favorables por la reciente apreciación del Euro (que hace más baratos los productos importados) y la caída de los precios energéticos.
¿Es ahora la renta fija estadounidense un activo de riesgo?
Uno de los acontecimientos más relevantes del mes de mayo fue la rebaja de la calificación crediticia por parte Moody’s a la deuda norteamericana que provoca la salida de Estados Unidos del selecto grupo de países que mantenían la máxima calificación. Aunque era la última agencia que mantenía esta nota y que había puesto en revisión la misma desde hacía varios años, su impacto se dejó sentir en el precio de los bonos americanos y apuntala una tendencia al alza en la rentabilidad exigida a los bonos de largo plazo (especialmente el 10 y el 30 años) que se ve reforzada por unas expectativas de inflación más altas, una pérdida de confianza en la administración Trump y un volumen de deuda muy relevante que refinanciar en los próximos meses.
La volatilidad es elevada en este activo y esto se refleja en que, por primera vez en mucho tiempo, un alza en los tipos de interés ha venido acompañada de una caída en la cotización de su divisa. Sin embargo, si echamos la vista atrás, más que una pérdida de confianza, lo que observamos es quizás una normalización en los tipos de interés. La anomalía de la década 2011 – 2021 nos había hecho creer que los tipos de interés podían mantenerse insensibles ante un volumen creciente de deuda emitida o a un déficit galopante con pocos atisbos de reducirse pero el riesgo siempre ha estado ahí y el mercado ha comenzado a ponerlo en precio.
Dicho esto, nada mejor nos puede pasar a los inversores activos que el riesgo se vea recompensado con mayor rentabilidad ya que es el principio básico para la toma de decisiones financieras de una forma racional. Así pues, no se trata de una pérdida del privilegio de activo refugio que había mantenido la deuda norteamericana sino una muestra de un mercado de renta fija eficiente que, además, permite la libertad de movimientos de capitales buscando la mejor combinación posible en el binomio rentabilidad/riesgo.
Conclusión: la foto puede ser optimista pero el fondo no lo es tanto
Las dinámicas de corto plazo y la pérdida de impacto de los anuncios de D. Trump han hecho recuperar al mercado el optimismo que había perdido en abril. La volatilidad de la renta variable se mantiene por debajo de la media histórica, pero esto no significa que no haya incertidumbre. De hecho, la política arancelaria está poniendo en serios aprietos a los equipos directivos de empresas cotizadas a la hora de diseñar planes de inversión y que tiene su reflejo en una rebaja de las expectativas de crecimiento de beneficios para el resto del año.
Esta aparente calma en los mercados de renta variable contrasta con la difícil situación de la renta fija que lucha por adaptarse a un nuevo entorno en el que la política monetaria ha dejado paso a la política fiscal como impulsora del crecimiento con el consiguiente efecto que esto puede tener en los precios de los bonos. Los Bancos Centrales seguirán apoyando al mercado en forma de liquidez pero verán más limitada su actuación por el lado de recortes de tipos de interés. De hecho, con la última bajada de tipos, el BCE podría haber situado ya los tipos de interés oficiales en un territorio neutral a la espera de nuevos datos macro que permitan nuevos recortes y la FED tiene muy poco margen de actuación si la inflación se mantiene cercana al 3%.
Así pues, somos constructivos a corto plazo en renta variable porque el optimismo puede continuar y tenemos menos consenso en renta fija especialmente en los tramos más largos. La combinación de activos más acertada podría pasar por una renta variable que sirva como activo para la apreciación de capital a largo plazo, una renta fija que ofrezca rentabilidades positivas por el ingreso de cupones y buscar descorrelación en otros activos alternativos.