¿Cómo planificar el ciclo de las inversiones a lo largo de la vida?

Redacción Mapfre
La vida tiene sus fases. Y con ellas van cambiando los objetivos y horizontes personales. Lo normal es que no se tengan las mismas prioridades recién graduado y buscando una estabilidad laboral que en los años previos a la jubilación. Y a medida que esas fases van evolucionando, también lo tienen que hacer las inversiones.
El ciclo vital de las inversiones es un concepto clave que sugiere adaptar nuestra estrategia financiera a medida que avanzamos en las diferentes etapas de la vida. Cada fase conlleva prioridades, riesgos y oportunidades distintas. Es decir, la estrategia que usemos a la hora de invertir no siempre es uniforme, sino que ha de adaptarse a la etapa vital que se está viviendo.
La asignación de los activos en los cuales se deciden invertir irá transformándose conforme transcurran los años. No nos enfocaremos en las mismas inversiones a los veinticinco años que cuando estemos próximos a la jubilación: en la juventud se pueden asumir mayores riesgos, mientras que en la madurez se debe otorgar mayor relevancia a la conservación del patrimonio.
1. Etapa de formación y acumulación (hasta 39 años)
Cuando se está en la “flor de la vida”, el objetivo principal es crear un hábito de ahorro. En los primeros años de esta etapa, se ve todo de una manera más despreocupada y relajada, y se puede caer en el error de no destinar ningún porcentaje de los ingresos al ahorro. Centrarse en ser capaz de guardar al menos el 10% de los ingresos puede ser un buen punto de partida.
Una vez que se ha conseguido un primer colchón de ahorros, hay que invertirlos, no es recomendable dejar nuestro capital “parado”, sino se quiere que la inflación lo vaya deteriorando.
La principal ventaja de quienes comienzan a invertir siendo jóvenes radica en el amplio plazo que les separa de la jubilación. Esto les permite afrontar con mayor tranquilidad posibles caídas temporales en sus inversiones, ya que disponen de tiempo suficiente para que los mercados se recuperen. Las pérdidas en el corto plazo suelen corregirse con relativa facilidad cuando se piensa en el medio y largo plazo.
Esta etapa permite aprovechar productos con potencial de crecimiento elevado y un mayor riesgo, como pueden ser fondos de inversión de renta variable.
2. Etapa de consolidación patrimonial (39–55 años)
Este tramo se suele caracterizar por la estabilidad. A rasgos generales, en esta edad las personas saben dónde están y hacia dónde quieren dirigir su vida. Han iniciado proyectos como la compra de un coche, una vivienda o la creación de una familia.
De este modo, el objetivo de inversión es incrementar el patrimonio con menor volatilidad, equilibrando seguridad y rentabilidad. En esta fase suelen llegar responsabilidades familiares y grandes gastos (hipoteca, educación de hijos). Es momento de proteger lo acumulado sin renunciar al crecimiento.
En los primeros años de este rango de edad aún se cuenta con un horizonte temporal superior a los 20-25 años hasta la jubilación, lo que les permite adoptar una estrategia de inversión con un perfil entre moderado y dinámico. En este enfoque, pueden dar mayor peso a activos con mayor potencial de crecimiento, como la renta variable.
Sin embargo, a medida que avanza esta etapa y el tiempo hasta la jubilación se acorta, es conveniente ir ajustando progresivamente la composición de la cartera, desplazándose hacia opciones más conservadoras, como la renta fija.
3. Etapa previa a la jubilación (60-65 años)
Al fin el merecido descanso se acerca. Eso sí, en la mayoría de los casos, hay que esperar unos años más antes de lograr la ansiada jubilación.
Normalmente, los años de este ciclo coinciden con el salario más alto y estable de la carrera profesional. Los gastos domésticos están estabilizados, los hijos son autosuficientes o empiezan a serlo y la tasa de ahorro es la más alta.
Sin embargo, llegados a este punto, es importante empezar a prepararse para la jubilación en la que, previsiblemente, se ingresará menos y habrá menos autonomía.
Por lo tanto, el objetivo principal de esta etapa es blindar el capital acumulado y sentar las bases de una renta futura estable. En otras palabras, la meta ya no es ganar, es no perder (por ejemplo, igualar o batir a la inflación). Las inversiones en activos más volátiles y con más riesgo deberían dejarse de lado poco a poco, ya que no hay mucho tiempo para recuperar pérdidas de corto plazo.
4º Etapa de la jubilación (de 65 años en adelante)
Entrando en esta etapa y quitando algunos casos, el tipo de vida suele convertirse en tranquilo. Por lo general, los gastos tienden a ser más bajos que en fases anteriores de la vida. Es un momento en el que ya no se busca acumular patrimonio, sino utilizar lo que se ha generado previamente. Vivir de las rentas generadas y disfrutar el resto de la vida.
Busca siempre la opinión de un experto
No importa en qué punto de la vida nos encontremos, siempre es fundamental contar con un buen profesional de las finanzas para que nos guíe y ayude a sacar el máximo provecho a nuestras inversiones. En MAPFRE contamos con una unidad de expertos financieros, MAPFRE Gestión Patrimonial, que ayuda a los inversores a encontrar las opciones que mejor se adapten a sus objetivos y necesidades.