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Estos son los dos escenarios previstos por MAPFRE Economics para la economía global

Ago 8, 2023

Redacción Mapfre

Redacción Mapfre

Los últimos años han estado marcados por la incertidumbre, por lo que predecir el desempeño de una economía se hace cada vez más complicado. Por eso, MAPFRE Economics, el Servicio de Estudios de MAPFRE, siempre plantea dos escenarios distintos en su informe ‘Panorama económico y sectorial 2023: perspectivas hacia el tercer trimestre’.

En su escenario base, la previsión de crecimiento para la economía global cae dos décimas, del 2,8% previsto en la anterior edición del informe hasta el 2,6% actual. La de 2024, por su parte, cae aún más: del 3% esperado en abril, hasta el 2,3% actual. La inflación cerraría el año en el 7% para el conjunto de la economía global en 2023, y al año siguiente, se situaría en el 4,9%.

Por su parte, el escenario estresado estima un crecimiento mundial del 2,4% este año y del 1,7% el que viene, mientras que la inflación sería más alta que en el otro escenario: se situaría en el 7,4% en 2023 y en el 5,4% en 2024. Estas previsiones varían respecto a las esperadas en el segundo semestre del año, cuando MAPFRE Economics anticipaba en su escenario estresado un crecimiento del 2% en 2023 y del 2,3% en 2024, con una inflación similar a la esperada actualmente.

 

Escenario base

Para lo que resta de 2023 e inicios de 2024, se mantiene un escenario base de estanflación global, con un crecimiento que sigue limitado por tasas por debajo del potencial a nivel global, particularmente en los mercados desarrollados que siguen sufriendo recesiones selectivas y una divergencia en el crecimiento, más evidente en función de la estructura productiva predominante en cada país.

La línea de base se mantiene, con una desaceleración cíclica de la demanda que da paso a menores preocupaciones por la inflación, pero que dilata sus efectos en el tiempo apoyada en los factores de prolongación de tono expansivo del consumo, unos mercados laborales que preservan cierta fortaleza y una política fiscal con mayor demora de lo anticipado en su cambio hacia la neutralidad (principalmente en Europa), con las fragilidades que ello conlleva en términos de sostenibilidad de la deuda.

Por el lado de los precios, sigue manteniéndose un escenario de presiones elevadas, con tendencia a la baja, pero de forma más dilatada en el tiempo, y con una resistencia en el ritmo de descenso (principalmente en el índice subyacente) por los factores anteriormente señalados. La inflación cuenta con una base de apoyo muchos menos amplia (materias primas, bienes duraderos y sector manufacturero limitan su aporte frente al respaldo de los servicios, especialmente turísticos), pero con mayor potencial a desencadenar efectos de segunda ronda, siendo los salarios el siguiente eslabón en la cadena de precios y el potencial catalizador de este riesgo.

Este panorama incluye, a su vez, unas condiciones financieras más estrictas de lo anticipado en la versión anterior de este informe, con los bancos centrales de los países desarrollados añadiendo una subida de tipos de interés adicional a la anticipada. En el marco geopolítico, no hay cambios en el horizonte de previsión, con la guerra de Ucrania, las tensiones respecto a Taiwán, y el resto de los eventos de fragmentación y transición hacia un mundo multipolar como tendencia constante, aunque sujetos a la volatilidad inherente que pueden provocar.

 

Escenario estresado

Por su parte, el escenario estresado (escenario de riesgo) mantiene el supuesto de la edición anterior de este informe, considerando una caída de la actividad económica a nivel global, y un repunte de la inflación que activan un entorno de condiciones financieras más estrictas desde la base de una política monetaria más agresiva, y una política fiscal que responde de forma moderada, acusando repuntes en las primas de riesgo, pero sin desencadenar un evento de dominancia fiscal.

Por lo que respecta a la actividad, la erosión del poder adquisitivo se acusa en el consumo y la inversión, que pasan a contraerse en la segunda mitad de 2023 e inicios de 2024, con las economías desarrolladas enfrentando recesiones selectivas, pero más profundas, al tiempo que los países emergentes ven mermado su desempeño por la caída de la demanda global. El soporte del crecimiento global continúa ubicándose en Asia, especialmente en China, India y los países satélites y, en menor medida, en otros emergentes de Latinoamérica y Europa, Medio Oriente y África, siendo las regiones desarrolladas las de menor contribución.

Por el lado de la inflación, en este escenario de riesgo el repunte de los precios obedece a fuerzas menos cíclicas y más estructurales, provocando que la política monetaria active las palancas hacia un tipo terminal más alto hacia finales de año, y con tipos de interés reales más restrictivos de lo anticipado durante gran parte de 2024, canalizándose hacia una merma de los mercados laborales que profundizan en la caída del consumo. En consecuencia, la activación de políticas fiscales contra-cíclicas se reduce a un pequeño grupo de países, limitados por el espacio fiscal, y es insuficiente para ejercer el papel de amortiguador de shocks anteriores como en el energético.

El cambio en las condiciones financieras y la menor liquidez propiciada por programas de reducción de balance más agresivos conllevan a una volatilidad implícita que resulta en una corrección en los activos de riesgo, con la renta variable global contrayéndose un 20% en su índice agregado, la renta fija partiendo de una corrección del 10% en la duración 10 años, y un dólar que vuelve a fortalecerse frente al resto de divisas (1,08 frente al EUR), amplificando el efecto de la retirada de liquidez, y un flight-to-quality que afecta a las divisas emergentes que afrontan salidas de flujos similar a shocks anteriores.

En términos de spreads de crédito, la ampliación de diferenciales se establece en el rango de 150 a 300 puntos básicos, en función de la escala de calidad crediticia. Por su parte, el mercado inmobiliario sufre un contagio limitado pero adverso, con caídas similares a las modeladas para la renta fija, aunque con amplias divergencias por regiones.

Puedes consultar el informe completo aquí

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